.Título original: Wide Sargasso Sea
Título en España: Ancho Mar de los Sargazos
Autor: Jean Rhys
Traducción: Catalina Martínez Muñoz
Ediciones Lumen
Páginas: 192
Espléndido ejercicio de "literatura en la literatura" -pero también mucho más que eso, una novela de vastas resonancias-, cuenta la historia de Antoinette Cosway, la primera señora de Rochester (el enigmático personaje de la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë), la esposa loca que vivió encerrada en la buhardilla de Thornfield Hall y se suicidó en el incendio que ella misma provocara. Pero Antoinette Cosway no es de ninguna manera una mera continuación del personaje esbozado por Charlotte Brontë, ni Ancho mar de los Sargazos un pastiche ingenioso de Jane Eyre, sino que la decadente heredera antillana se convierte , gracias a la impecable escritura y la imaginación de Jean Rhys, en uno de los personaje femeninos más desagarrados y fascinantes de la literatura del siglo XX.
No sabría por dónde empezar a escribir esta reseña sin hablar de Jane Eyre y lo mucho que me gusta ese libro. Tan oscuro, tan gótico, tan impactante para la época como lo sigue siendo a día de hoy. Y gran parte del éxito radica en esa presencia inquietante y misteriosa que acecha a Jane y a los habitantes de Thornfield. Hay varios estudios de género que llevan por título "Madwoman in the attic" y no es para menos. La figura de la esposa demente y agresiva de Rochester recluida en lo alto de una torre es algo demasiado poderoso como para obviarlo.
Esa era la principal razón por la que quería leer este libro: desde fuera parecía ser la otra parte de la moneda. En realidad, es eso y mucho más. Gracias a la estupenda edición de Cátedra (no sé cómo serán las otras ediciones, pero os recomiendo mucho esta), tenemos una extensa biografía de la autora, nacida en las Antillas de padre galés y madre criolla, así como una detallada introducción sobre la situación social en el Caribe tanto en vida de la autora como en la época en la que está ambientada la novela. En ella se nos viene a decir que Jean Rhys, después de leer por primera vez Jane Eyre, se siente molesta por la idea que Charlotte proyecta sobre sus adoradas islas caribeñas, por lo que decide escribir de su propia inventiva la historia de esa esposa olvidada. Y, posiblemente sin pretenderlo, al hacerlo da voz a un personaje tan intenso y apasionante como el propio Caribe.
En la novela, Antoinette (no Bertha como en Jane Eyre, habrá una explicación más adelante para el cambio de nombre) es una niña de familia bien en un entorno de esclavistas. Su madre se ha quedado viuda y no es capaz de hacer frente a la situación económica que se le viene encima, ya que, azuzados por diversos grupos y revueltas, unos antiguos esclavos negros le prenden fuego a su casa obligando a su familia a abandonarla en mitad de la noche. La viudedad, las dificultades económicas y el horrible trance del estado en el que queda su otro hijo tras el incendio, debilitan la salud mental de la madre, que vuelve a casarse con otro hombre, en un intento de salvaguardar su posición económica. La pequeña Antoinette es enviada a estudiar a un convento católico y entre las monjas se entera de que su madre ha muerto, probablemente entre delirios que hoy se vendrían a llamar post-traumáticos.
Se extiende entre los lugareños la idea de que tanto su madre como la propia Antoinette están locas. En una isla donde el vudú, la obeah y diversas manifestaciones de creencias en lo sobrenatural están tan arraigados (en la introducción del libro también se hace un análisis de estos elementos), estar loco o ser presa de una maldición no parecen tan disparatados. Aún sin haber dado signos fehacientes de locura, Antoinette carga con la culpa, que parece haberse diluido durante sus años en el convento. La próxima vez que la vemos es en una reunión con Rochester (del que nunca se dice su nombre, pero el lector de Jane Eyre sabe que se refiere a él) con motivo de su posible futuro enlace. Como en la novela de Charlotte, el matrimonio es urdido entre el padre y el hermano de Rochester y el hermanastro de Antoinette, aunque es innegable que la química y la pasión surgen entre los dos jóvenes.
Para él, acostumbrado a la rígida y conservadora Inglaterra, la exhuberancia y la libertad caribeña se le antojan demasiado agobiantes y no sabe bien cómo reaccionar ante unas costumbres y un paisaje tan extraños. Para ella, habiendo crecido entre esclavos negros y absorbido su cultura y sus formas, los últimos años en el convento han sido una especie de cárcel de la que se cree salvada al conocer al joven inglés. Antoinette se descubre como una muchacha algo caprichosa y voluble, embriagada por la pasión que siente por Rochester, y éste ve con recelo la extravagancia de su nueva mujer y se muestra cada vez más preocupado por las habladurías.
Esa era la principal razón por la que quería leer este libro: desde fuera parecía ser la otra parte de la moneda. En realidad, es eso y mucho más. Gracias a la estupenda edición de Cátedra (no sé cómo serán las otras ediciones, pero os recomiendo mucho esta), tenemos una extensa biografía de la autora, nacida en las Antillas de padre galés y madre criolla, así como una detallada introducción sobre la situación social en el Caribe tanto en vida de la autora como en la época en la que está ambientada la novela. En ella se nos viene a decir que Jean Rhys, después de leer por primera vez Jane Eyre, se siente molesta por la idea que Charlotte proyecta sobre sus adoradas islas caribeñas, por lo que decide escribir de su propia inventiva la historia de esa esposa olvidada. Y, posiblemente sin pretenderlo, al hacerlo da voz a un personaje tan intenso y apasionante como el propio Caribe.
En la novela, Antoinette (no Bertha como en Jane Eyre, habrá una explicación más adelante para el cambio de nombre) es una niña de familia bien en un entorno de esclavistas. Su madre se ha quedado viuda y no es capaz de hacer frente a la situación económica que se le viene encima, ya que, azuzados por diversos grupos y revueltas, unos antiguos esclavos negros le prenden fuego a su casa obligando a su familia a abandonarla en mitad de la noche. La viudedad, las dificultades económicas y el horrible trance del estado en el que queda su otro hijo tras el incendio, debilitan la salud mental de la madre, que vuelve a casarse con otro hombre, en un intento de salvaguardar su posición económica. La pequeña Antoinette es enviada a estudiar a un convento católico y entre las monjas se entera de que su madre ha muerto, probablemente entre delirios que hoy se vendrían a llamar post-traumáticos.
A mitad de la colina me rodearon y se pusieron a hablar. La muchacha dijo: "Mira, la chica loca, estás loca como tu madre. A tu tía le da miedo tenerte en casa. Te manda con las monjas para que te encierren. Tu madre va por ahí sin zapatos ni medias en los pies, es una sans culotte. Intentó matar a su marido e intentó matarte a tí también el día que fuiste a verla. Tiene ojos de zombi y tú también tienes ojos de zombi. ¿Por qué no quieres mirarme?".
Para él, acostumbrado a la rígida y conservadora Inglaterra, la exhuberancia y la libertad caribeña se le antojan demasiado agobiantes y no sabe bien cómo reaccionar ante unas costumbres y un paisaje tan extraños. Para ella, habiendo crecido entre esclavos negros y absorbido su cultura y sus formas, los últimos años en el convento han sido una especie de cárcel de la que se cree salvada al conocer al joven inglés. Antoinette se descubre como una muchacha algo caprichosa y voluble, embriagada por la pasión que siente por Rochester, y éste ve con recelo la extravagancia de su nueva mujer y se muestra cada vez más preocupado por las habladurías.
Alzó la falda de su traje de montar y cruzó la calle corriendo. La miré con ojo crítico. Llevaba un sombrero tricornio que le favorecía. Por lo menos, le ocultaba un poco los ojos, que son demasiado grandes y pueden ser desconcertantes. Me da la impresión de que nunca parpadea. Ojos alargados, tristes, oscuros y extraños. Puede que sea criolla de pura descendencia inglesa, pero los ojos no son ingleses ni europeos si quiera. ¿Y cuando empecé a notar todas estas cosas en mi esposa Antoinette? Después de salir de Spanish Town, supongo. ¿O lo había notado antes y me había negado a admitir lo que veía?
Las dudas sobre la supuesta locura de su esposa, así como el descubrimiento del ardid de su matrimonio, unido al más que agobiante ambiente en el que se movía la joven pareja (incluidas unas fiebres que postran en cama a Rochester a los pocos días de su llegada a la isla) forman un caldo de cultivo para una relación viciosa, nociva e insana de la que el lector de Jane Eyre ya conoce el desenlace. No diré mucho de esta parte porque merece la pena descubrir los últimos momentos de Antoinette en la isla.
La novela está dividida en tres partes: en la primera y la última la narradora es ella y en la segunda es Rochester quien nos habla de su estancia en las Antillas. Resulta tremendamente eficaz a efectos de empatía e incluso lo llega a hacer aún más impactante en determinados momentos. Como veis, en general está escrito con frases relativamente cortas, que en lo personal, creo que lo hacen mucho más dinámico, y para nada me ha resultado cansino. Como bien dice la sinopsis (escrita por la editorial en goodreads), gracias a esta novela el lector conoce a un personaje con una historia desgarradora, y creo que es una palabra más que acertada, porque en cierta manera, resulta imposible contemplar la vida de la protagonista y no sentir pena por ella. La autora ha sabido alejarse de maniqueísmos, y aunque sí es posible achacarle errores en su proceder, siento que la vida ha sido demasiado injusta con la pobre Antoinette.
Apartó la mirada y miró por encima de mi hombro como siempre hacía. No se lo quise decir a Grace. No debería llamarse Grace. Los nombres tienen importancia, como cuando él no quería llamarme Antoinette y vi cómo Antoinette se escapó flotando por la ventana con sus perfumes, su ropa bonita y su espejo.
Para mí ha sido una de las mejores lecturas en lo que vamos de año, y es que creo que es mucho más que "la historia de la loca", y que nadie mejor que Jean Rhys, conocedora de primera mano de la sociedad de la isla, y habiendo vivido ella misma la sensación de no pertenecer ni a los criollos ni a los esclavos ni siquiera a los ingleses de nueva llegada, para poder escribir esta novela.
Podría dejaros más extractos de la obra, pero sinceramente me gustaría haber conseguido llamar vuestra atención y así hacer que la leáis. Viajad con Rochester y dejaos fascinar por el Caribe, por sus noches cálidas y sus aromas, cuando os queráis dar cuenta Antoinette y su larga melena os habrán embaucado y ya será tarde para volver a Thornfield.
¡Hola!
ResponderEliminarAntes de nada tengo que decir que me he enamorada de la portada que has puesto, ¡qué bonita es!
Aún no he leído Jane Eyre, aunque viendo que se publica en Austral Singular en junio seguro que me animo a comprarlo. Y el siguiente paso ya será leerlo de una vez.
Me llama la atención pero me gustaría leer antes el de Jane Eyre, la verdad.
Un beso
¡Hola!
ResponderEliminarSólo por la portada ya merece la pena darle una oportunidad, pero creo que no tiene mucho que ver con el resto de la historia. The Mad Woman in the Attic es una historia semejante a esta, que cuenta Jane Eyre (un libro, que, por cierto, ME ENCANTA) desde el punto de vista de Berta. Quizá te interese también. Yo, definitivamente, me llevo este apuntado. Me has dejado intrigada con eso del cambio del nombre y ahora tengo que saberlo. Lo único que me causa reparo es el hecho de que se describa demasiado la situación del Caribe, no es algo que me interese particularmente. ¡Gracias por la recomendación!
¡Nos leemos! ^^
Paso un poco por encima de tu reseña, porque tengo muchísimas ganas de leerme el libro y prefiero saber lo menos posible sobre él. Cuando lo haya leído, volveré por aquí a ver qué me cuentas.
ResponderEliminar¡Besos!
Me la llevo apuntadísima. Por el título creo que nunca se me hubiera ocurrido ni leer el argumento así que gracias.
ResponderEliminarBesotes.