.Título original: Love and Summer
Título en España: Verano y amor
Autor: William Trevor
Traducción: Victoria Malet Perdigó
Editorial Salamandra
Páginas: 218
El destino parece haber dictado que Ellie y Dillahan se hayan convertido en marido y mujer. Criada en un orfanato, la joven Ellie es enviada a servir a la granja de Dillahan, donde se encuentra a un hombre que arrastra el sufrimiento de haber perdido a su esposa y a su hijo recién nacido en un extraño accidente. No obstante, ya sea fruto del azar o la necesidad, la vida de la pareja transcurre ordenada y tranquila hasta que, un día de verano, la aparición de Florian, un veinteañero melancólico que está ultimando la venta de la casa de sus padres, despierta las emociones dormidas de Ellie. La pasión, repentina e irrefrenable, empuja a la joven Ellie hacia una turbadora relación con Florian, que afectará incluso a algunos habitantes del pueblo hasta desembocar en un desenlace sorprendente.
Hace años, en una incursión a la biblioteca vi una novela firmada por este mismo autor. Eché un vistazo y me llamó bastante la atención, pero no fue más allá de ahí. La semana pasada, en vista de que no pude colocar una reseña el día de San Patricio, me acerqué a la biblioteca en busca de alguna obra firmada por un irlandés, y me acordé de William Trevor, algo así como un tesoro nacional en la isla.
Verano y Amor es una obra sobre las cosas que pasan sin que nos demos cuenta, de aquello que parece llevarnos como la corriente en un río, tranquilo, sosegado, discurriendo en un cálido día de verano. Cuenta la historia de un pueblecito irlandés en los años cincuenta, de las gentes que pasean por sus calles y se encuentran en el pub o en la casa de huéspedes. Por momentos me recordaba algunos pasajes del Enniscorthy de Brooklyn, ambientado en la misma época. La escritura es amable, cotidiana, aunque en este caso es más minuciosa, y bastante más poética sin resultar recargada. Las descripciones del autor, alternando frases largas con alguna breve, haciendo lo mismo en la elaboración de los capítulos, hacen todo muy dinámico, y de alguna manera, se ajusta al compás de ese verano tan especial que se vive en Rathmoye.
En un reparto coral, destacan los hermanos Connulty, con el funeral de su madre empieza el libro. Él, un hombre de negocios, y ella, una solterona con un pasado traumático que regenta la casa de huéspedes del pueblo. Adinerados con pertenencias y posesiones aquí y allá, dan vida a los primeros capítulos de la obra. Sus rutinas, sus costumbres. Porque también es un libro basado en lo cotidiano de esas gentes. Conocemos también al viejo Orpen Wren, que trabajó en su día para una rica familia del vecindario y su memoria se ha quedado anclada en aquellos años. La narración avanza despacio, como el río del que os hablaba al principio. Se detiene en recovecos y pequeños instantes que dan cuerpo al relato.
Pero ellos no son los protagonistas. Conocemos más tarde a Ellie y Dillahan, y sobre todo, a Florian. Los dos primeros, marido y mujer, viven a las afuera del pueblo, en las colinas. Ella salió del orfanato en un pacto hecho por las monjas y un viudo responsable y decente, con el que más tarde se casaría. Florian resulta ser la única mota de color en una vida gris, demasiado apacible y apegada a las tradiciones de la época. El acierto del autor radica en no presentar a Ellie como una damisela hastiada de su vida deseosa de ser rescatada, ni a Florian como el galán apasionado que corre a su encuentro. Es simplemente la historia de un verano, con fecha de caducidad, y ambos personajes son conscientes de ello.
No penséis en una tormentosa historia de amor, traición y celos. Son los años cincuenta en un ambiente rural irlandés. Las consecuencias de su orfandad y de una educación religiosa pesan demasiado para Ellie, así como el qué dirán y las costumbres del momento. Eso no le impide entablar una compleja relación con Florian a espaldas de su marido, basada en las pequeñas cosas, en los silencios compartidos y en una libertad a la que ambos aspiran. Poco a poco, los entresijos de la novela y del resto de personajes limitará el destino de los protagonistas y llegaremos a un final.
Es una lectura tranquila y amable que recomiendo a quienes le gusten la narraciones de lo cotidiano y aquello que se cuenta sin pretensiones. Unos pocos paseos en bicicleta por el pueblo, la visita a los restos de una casa solariega abandonada, una excursión hacia el campo. Esos momentos íntimos y de recogimiento entre los protagonistas se mezclan con los los desvaríos del viejo Orpen y algunos cotilleos de la señorita Connulty. Tampoco penséis en Dillahan como el horrible y oscuro viudo que hace la vida imposible a Ellie; es un buen hombre, paciente y cariñoso aunque le resulte difícil relacionarse con ella por la diferencia de edad entre ambos.
Si tenéis un momentito, estas doscientas páginas os están esperando para que disfrutéis de este remanso de paz que es Verano y Amor. Viajad a Rathmoye y dejaros llevar por lo que ocurra allí, es la mejor manera de disfrutar de la novela.
Verano y Amor es una obra sobre las cosas que pasan sin que nos demos cuenta, de aquello que parece llevarnos como la corriente en un río, tranquilo, sosegado, discurriendo en un cálido día de verano. Cuenta la historia de un pueblecito irlandés en los años cincuenta, de las gentes que pasean por sus calles y se encuentran en el pub o en la casa de huéspedes. Por momentos me recordaba algunos pasajes del Enniscorthy de Brooklyn, ambientado en la misma época. La escritura es amable, cotidiana, aunque en este caso es más minuciosa, y bastante más poética sin resultar recargada. Las descripciones del autor, alternando frases largas con alguna breve, haciendo lo mismo en la elaboración de los capítulos, hacen todo muy dinámico, y de alguna manera, se ajusta al compás de ese verano tan especial que se vive en Rathmoye.
En la cocina preparó café y tostada. No se apresuró. Mientras leía Hermosos y Malditos, apuró el café y fumó el primer cigarrillo del día con calma. Más tarde, lavó algunas prendas que había acumulado y las tendió a secar entre los ciruelos. Intentó arreglar la bomba de agua pero como de costumbre no lo logró. Desde la cocina oyó caer en el suelo de piedra lo que el cartero había deslizado por la rendija de la puerta. Al pasar por el vestíbulo unos minutos después, sólo encontró sobres marrones de facturas. Los tiró a la basura sin abrirlos.
Pero ellos no son los protagonistas. Conocemos más tarde a Ellie y Dillahan, y sobre todo, a Florian. Los dos primeros, marido y mujer, viven a las afuera del pueblo, en las colinas. Ella salió del orfanato en un pacto hecho por las monjas y un viudo responsable y decente, con el que más tarde se casaría. Florian resulta ser la única mota de color en una vida gris, demasiado apacible y apegada a las tradiciones de la época. El acierto del autor radica en no presentar a Ellie como una damisela hastiada de su vida deseosa de ser rescatada, ni a Florian como el galán apasionado que corre a su encuentro. Es simplemente la historia de un verano, con fecha de caducidad, y ambos personajes son conscientes de ello.
Se preguntó si ella sería la misma; si ya no era -ni lo sería jamás- la persona que había acudido al funeral del la señora Connulty, ni la persona que era antes de aquel día. Todo había empezado cuando él le preguntó de quien era el entierro, pero entonces ella no se percató. En cambio, había caído en la cuenta cuando la señorita Connulty se lo señaló en la plaza. Y cuando él se sonrió en Cash and Carry, ya lo sabía. Ya era distinta cuando permaneció de pie con él al sol, cuando él le ofrecio un cigarrillo y ella negó con la cabeza. Cualquiera podía haberlos visto, pero a ella no le habría importado.
No penséis en una tormentosa historia de amor, traición y celos. Son los años cincuenta en un ambiente rural irlandés. Las consecuencias de su orfandad y de una educación religiosa pesan demasiado para Ellie, así como el qué dirán y las costumbres del momento. Eso no le impide entablar una compleja relación con Florian a espaldas de su marido, basada en las pequeñas cosas, en los silencios compartidos y en una libertad a la que ambos aspiran. Poco a poco, los entresijos de la novela y del resto de personajes limitará el destino de los protagonistas y llegaremos a un final.
La verdad es que había procurado prolongar una amistad que el verano casi había convertido en idilio. Pero lo que no había previsto era la profunda desilusión que acarrearía su inevitable final. Había permitido que una cosa sencilla se complicara. Había amado el hecho de ser amado, y aprendido demasiado tarde que la ternura a cambio de amor no basta.
Si tenéis un momentito, estas doscientas páginas os están esperando para que disfrutéis de este remanso de paz que es Verano y Amor. Viajad a Rathmoye y dejaros llevar por lo que ocurra allí, es la mejor manera de disfrutar de la novela.
No conocía ni al autor ni al libro. De vez en cuando me apetecen este tipo de historias tranquilas en dónde aunque no pase nada te dejas llevar por la cotidianidad. Me la apunto.
ResponderEliminarFeliz Semana Santa!!
Besos.
Hola!
EliminarYo conocí al autor porque anduve rebuscando en autores irlandeses. Es muy conocido allí, y la verdad, se lo merece. Ahora quiero leer la otra novela suya que había vissto aquella vez :)
Felices vacaciones a tí también, saluditos! :D
No es un libro que me llame mucho pero también es la primera vez que lo veo. Un besote :)
ResponderEliminarHola!
EliminarBueno, es lento y tranquilo, si no te van las historias de este tipo, no creo que lo vayas a disfrutar. Aún así, gracias por venir :)
No lo conocía, pero años 50, entorno rural e Irlanda, ya me tiene ganada este libro. Y a veces apetecen los libros "calma". Besos!
ResponderEliminarHola!
EliminarLa ambientación es adorable. Muy típica, y a la vez descubres alguna cosilla de todos los habitantes del pueblo. Ya me contarás :)
A mí sí que me gustan estos libros sobre la vida en pueblecitos que nos describen lo cotidiano. Este no lo conocía, pero ahora lo tendré muy en cuenta.
ResponderEliminar¡Besos!
Hola!
EliminarYa te digo que está muy cuco, las descripciones y el ambiente en general merecen mucho la pena.
Besotones :)
¿Ya estamos tentando? :/
ResponderEliminarjajaja No, en serio. Palabras claves: Cotidiano, paseos en bici, ambiente rural irlandés…
Buf, suena de maravilla… Y eso que a mi las novelas que contienen romance fuera del matrimonio me tienen un poco cansada ya, pero ya veo que esta novela es otra historia… Apuntada! :)
Un bsote!
Holi!
EliminarYa sabes, si no tiento con estas cosas, no me siento a gusto. Es lo que hay :)
No sé si describiría como "romance" lo que pasa en el libro, pero es algo parecido. Dale una oportunidad, mañana lo llevo a la biblioteca, jajaja :)
Besotones :)
Hola :) Esta no termina de ir conmigo la verdad, pero la portada me parece muy chula. Un besin^^
ResponderEliminarHola!
EliminarEs como todo, hay novelas según gustos. Últimamente no coincidimos mucho, jajaja, ya llegará el Celsius jajajaja.
Saluditos! :D