.Título original: Rebecca
Título en España: Rebeca
Autor: Daphne du Maurier
Traducción: Fernando Calleja Gutiérrez
Galaxia Gutemberg
Páginas: 468
"Anoche soñé que volvía a Manderley". Con esta frase Daphne du Maurier nos introduce en el universo de una mansión en apariencia idílica, con rosaledas y caminos bordeados de rododendros, y praderas que terminan en una pequeña cala. Es la casa de Maxim de Winter, en la que vivía con su esposa Rebecca hasta que ésta murió ahogada en el mar y a la que ahora regresa con su nueva e inocente mujer. Ésta pronto descubrirá, sin embargo, que Manderley no es el mundo perfecto que ella cree; allí vive también la inquietante señora Danvers, el ama de llaves, quien no sólo no acepta a la joven, sino que constantemente le recuerda la figura de Rebecca, la única e insustituible señora De Winter. Rebecca, la encantadora, inteligente y segura Rebecca, cuyo rastro está presente en todas las habitaciones, en cada jarrón, en cada cuadro, en los membretes del papel de cartas. Rebecca, la criatura más hermosa del mundo. Rebecca, la presencia que recorre Manderley y el eco de cuya risa resuena aún en los pasillos cerrados de la casa. Una risa que en el fondo, oculto entre los pliegues de su sonido cristalino, esconde el sabor amargo de los secretos inconfesables.
Hace ya algunos años, cuando aún estaba en el instituto, vi la película del mismo nombre, y quedé muy sorprendida. Me fascinaron la elegancia del ambiente así como el trasfondo oscuro e intrigante que mantenía toda la película. En ese momento no sabía que estaba basada en un a novela, pero desde que tuve noticia de ello, había querido leerla. Hace ya bastante tiempo que no he vuelto a verla (y creo que haber leído el libro recientemente me animará a retomarla) así que no me hago responsable de la diferencia que pueda haber de una obra a otra (que soy consciente de que las hay). Y por supuesto, esta entrada contiene puede contener spoilers, aunque trataré de contenerme.
La novela está escrita en un continuo flashback desde el momento actual, donde la protagonista (en ningún momento del relato se menciona su nombre) añora Manderley, una gran mansión en la que vivió durante algún tiempo, y de la que dice que "ya no es suyo", y bajo la que pesa una sensación de abandono trágico. A partir de entonces, Ella (como llamaré a partir de ahora a la narradora) cuenta al lector las circunstancias y los motivos en los que residió en MonteCarlo, siendo dama de compañía de una mujer snob y cotilla, y cómo estando allí conoció a Maximilian de Winter, un atractivo y misterioso hombre, dueño de la ya citada Manderley.
Tenía la cara atractiva, sensitiva, en cierta manera medieval, y me recordaba a un retrato que había visto en un museo, no sabía cual, de un Caballero Desconocido. Si le quitabas su traje de chevior y le vestías de negro, con cuello y puños de encaje, él nos contemplaría, a los de este mundo moderno, desde uno muy remoto, un mundo pasado, donde los hombres paseaban al amparo de la oscuridad y se escondían en las sombras de las puertas, un pasado de angostas escaleras y calabozos sombríos, un pasado de cuchicheos en la noche, de hojas de espada relucientes y de cortesía silenciosa y exquisita.
Es entonces cuando la historia toma un giro bastante repentino, ya que el señor de Winter le pide a la protagonista que se case con él. Es bastante obvio que es una decisión bastante inesperado, tanto para el lector como para la muchacha, que llevada por su juventud e inexperiencia acepta la propuesta sin hacerse mucha preguntas al respecto. Abandona su trabajo como dama de compañía, abandona MonterCarlo y parte rumbo a su luna de miel por Italia, para al final acabar llegando a la lujosa e imponente mansión de Winter. Desde el primer momento, la autora consigue que toda su habilidad como escritora esté al servicio de Manderley, abundando las descripciones de los terrenos, los jardines, las flores, los árboles e incluso haciendo partícipe de las sensaciones que se tendrían al llegar a un lugar como aquel. Hace especial hincapié en las flores, que son protagonistas de todo el relato, diferenciando entre unos tipos y colores frente a otros, incluso determinando el lugar de la casa donde se habrían de colocar.
Como en toda buena novela de intriga, la autora deja caer gotas de ese misterio aquí y allá, en ocasiones sólo una segunda lectura ayuda a encontrar todas las pistas por escrito. Sin embargo, desde el primer momento en el que llega a Manderley y conoce al servicio, la protagonista (y con ella el lector) siente cierta opresión entre aquel apacible lugar. La principal emisora de ese aire oscuro es el ama de llaves, la señora Danvers. Completamente vestida de negro, con un rostro cadavérico y siniestro, a pesar de parecer tratar con corrección a la recién llegada, es perceptible que no la respeta, y no tardaremos mucho en saber la razón. Tanto ella como el resto de trabajadores de la finca, como los primeros visitantes del matrimonio, la hermana de Maxim y su marido, parecen no haberse olvidado de la anterior señora de Winter, la difunta Rebecca. Pronto se da cuenta de que todo el vecindario parece tenerla en muy alta consideración, y la joven protagonista, con una educación de clase media, poco puede hacer frente al glamour, la elegancia y el saber estar de la antigua esposa de su marido. Lo que quizás pudo empezar como un caso de baja autoestima por su parte, se convierte en una auténtica obsesión, alimentada siempre por la señora Danvers, que parece espiar a la protagonista para saber en todo momento dónde se encuentra.
Todo en aquella casa respiraba el aroma de Rebecca. El ala oeste de la mansión se mantenía como en vida de la difunta, sin que nadie osara interrumpir aquella calma, las flores se colocaban tal y como lo había ello ella en su día, se escogía de menú el mismo tipo de comida que hubiera recomendado ella. Incluso hay una pequeña cala dentro de la finca de Manderley a la que Maxim rehúsa ir y la protagonista comienza a sospechar por qué. El ambiente aparentemente idílico del principio se vuelve cada vez más y más opresivo, más misterioso y con consecuencias cada vez más trágicas.
En resumen, es una novela de intriga y suspense, pero con ese toque particular que le da Daphne du Maurier. Estos días estoy leyendo una colección de relatos de la autora, y no puedo dejar de maravillarme por la forma en la que maneja el concepto de lo tétrico y el misterio, además de apreciar doblemente el trabajo que llevó a cabo con Rebecca. Aunque conozcáis la película, permitíos el lujo de viajar de nuevo hasta Manderley y acompañad a la protagonista en esa suerte de descenso a los infiernos que la autora escribió para ella.
Las flores silvestres no entraban jamás en Manderley. En el jardín cercano se cultivaban flores especiales para decorar la casa. La rosa, me dijo, es una de las pocas flores que luce más galantemente cortada que en la planta. Un ramo de rosas es un florero adquiría una intensidad de color y exhalaba un perfume aún más exquisito que al aire libre. Había algo descuidado en una rosa plenamente acierta, algo superficial y estridente, como una mujer despeinada. Colocadas en la casa adquirían un aire misterioso. En Manderley había rosas en la casa ocho meses al año.
Como en toda buena novela de intriga, la autora deja caer gotas de ese misterio aquí y allá, en ocasiones sólo una segunda lectura ayuda a encontrar todas las pistas por escrito. Sin embargo, desde el primer momento en el que llega a Manderley y conoce al servicio, la protagonista (y con ella el lector) siente cierta opresión entre aquel apacible lugar. La principal emisora de ese aire oscuro es el ama de llaves, la señora Danvers. Completamente vestida de negro, con un rostro cadavérico y siniestro, a pesar de parecer tratar con corrección a la recién llegada, es perceptible que no la respeta, y no tardaremos mucho en saber la razón. Tanto ella como el resto de trabajadores de la finca, como los primeros visitantes del matrimonio, la hermana de Maxim y su marido, parecen no haberse olvidado de la anterior señora de Winter, la difunta Rebecca. Pronto se da cuenta de que todo el vecindario parece tenerla en muy alta consideración, y la joven protagonista, con una educación de clase media, poco puede hacer frente al glamour, la elegancia y el saber estar de la antigua esposa de su marido. Lo que quizás pudo empezar como un caso de baja autoestima por su parte, se convierte en una auténtica obsesión, alimentada siempre por la señora Danvers, que parece espiar a la protagonista para saber en todo momento dónde se encuentra.
Sentí un soplo helado en la espalda, como si alguien hubiera abierto una puerta detrás de mí. Estaba sentada en el sillón de Rebecca. Estaba apoyada sobre el almohadón de Rebecca. El perro se me había acercado hasta colocar la cabeza sobre mis rodillas, indudablemente por costumbre, porque se acordaba de que, antes, ella le solía dar un terrón de azúcar después de cenar.
Todo en aquella casa respiraba el aroma de Rebecca. El ala oeste de la mansión se mantenía como en vida de la difunta, sin que nadie osara interrumpir aquella calma, las flores se colocaban tal y como lo había ello ella en su día, se escogía de menú el mismo tipo de comida que hubiera recomendado ella. Incluso hay una pequeña cala dentro de la finca de Manderley a la que Maxim rehúsa ir y la protagonista comienza a sospechar por qué. El ambiente aparentemente idílico del principio se vuelve cada vez más y más opresivo, más misterioso y con consecuencias cada vez más trágicas.
Quise huir hacia el Valle Feliz y no lo encontré. Árboles, nada más que árboles, oscuros, negros. Gritó una lechuza. La luna se reflejó sobre los cristales de Manderley. El jardín estaba lleno de ortigas monstruosas, de diez, veinte pies.
- ¡Maxim! - grité.
- ¿Qué te ocurre? Estoy aquí.
- He tenido un sueño, Maxim. Un sueño.
- ¿Qué has soñado? - preguntó.
- No lo sé.
- ¡Maxim! - grité.
- ¿Qué te ocurre? Estoy aquí.
- He tenido un sueño, Maxim. Un sueño.
- ¿Qué has soñado? - preguntó.
- No lo sé.
En resumen, es una novela de intriga y suspense, pero con ese toque particular que le da Daphne du Maurier. Estos días estoy leyendo una colección de relatos de la autora, y no puedo dejar de maravillarme por la forma en la que maneja el concepto de lo tétrico y el misterio, además de apreciar doblemente el trabajo que llevó a cabo con Rebecca. Aunque conozcáis la película, permitíos el lujo de viajar de nuevo hasta Manderley y acompañad a la protagonista en esa suerte de descenso a los infiernos que la autora escribió para ella.
Me parece curioso lo que dices de las flores, no me acordaba. En Mi prima Rachel también se nombran bastante, un personaje tiene afición a la jardinería.
ResponderEliminarMe gustó mucho Rebeca, yo no había visto la película así que lo hice al terminar el libro y salvo alguna cosilla es bastante fiel.
Un besote.
Hace tuempo que no veo la película, así que creo que es el momento ideal para leer el libro, porque así no me acordaré de todo lo que sucedía. Leí hace muchos años La posada de Jamaica y me gustó mucho ese ambiente misterioso que tan bien consigue la autora.
ResponderEliminar¡Besos!
Lo acabo de terminar y me ha fascinado. Me encanta el estilo, cómo transcribe los pensamientos de la protagonista, los dobleces de los personajes... Todo. Quiero ver la película esta noche porque nunca la he visto, tiene delito, con lo que me gusta el director xDDD
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNo he leído esta novela y tampoco he visto la película, cosa que por un lado me parece una ventaja. Tengo muchas ganas de leerlo y voy a ir sabiendo lo mínimo de él. Por lo que voy a leer tu entrada un poco por encima, por si acaso.
Me atrae el tema de que esté narrado como un continuo flashback, me parece curioso e interesante. Y también me atrae mucho que se trasmita al lector la opresión del ambiente. Espero animarme pronto a leerlo, y cuando lo haga vendré a leer más profundamente tu entrada.
Un beso
¡Hola!
ResponderEliminarCuando he leído que podía contener spoilers he parado de leer por si acaso. Es una novela que me quiero leer desde hace mucho y no he visto la película, tampoco sé mucho de ella, así que cuando la lea volveré para leer la reseña.
Un beso :O